El sector asegura que el frío que no ha hecho hasta el momento «tendrá que venir» y se recicla para evitar en lo posible la quema de pacas de paja
CLAUDIO CABALLERO Los agricultores de la Vega Alta han comenzado a preparar su artillería para luchar contra las temidas heladas, que si nada lo remedia están al caer. Durante todo este invierno, el sector ha ido reciclándose en aras de abandonar, en la medida de lo posible, el molesto habito de quemar pacas de paja y sustituirlo por otros sistemas como la creación de lluvia o de viento de manera artificial.
Son dos alternativas que poco a poco van imponiéndose a lo largo y ancho de las más de 15.000 hectáreas que actualmente se encuentran en plena producción solo el término municipal de Cieza. Estos días, las fincas son escenario de intensos trabajos de instalación de tendidos aéreos y colocación de aspersores. Los agricultores los han apodado con el nombre de 'pajaritos'. Serán los encargados de desparramar agua sobre los árboles cuando las temperaturas desciendan por debajo de los dos o tres grados. Si el termómetro sigue bajando, el agua se congelará sobre las flores formando un caparazón de hielo que protegerá a los cultivos, como ocurre en las casas iglú de los esquimales del Polo Norte, de los estragos de un fío más intenso en sus zonas más sensibles.
Alternativas costosas
Pero el gran inconveniente de este sistema es, por un lado, su alto coste y, por otro, la gran cantidad de agua que precisa. Manuel Martínez, presidente de Coag Iniciativa Rural en la Vega Alta, explica que alrededor del 20% de la producción en Cieza es de carácter temprana o extra-temprana, lo que supondría la reconversión de casi 4.000 hectáreas.
Pero el gran inconveniente de este sistema es, por un lado, su alto coste y, por otro, la gran cantidad de agua que precisa. Manuel Martínez, presidente de Coag Iniciativa Rural en la Vega Alta, explica que alrededor del 20% de la producción en Cieza es de carácter temprana o extra-temprana, lo que supondría la reconversión de casi 4.000 hectáreas.
«Estamos hablando de que en una o dos noches, el agricultor consumiría toda el agua que tiene autorizada para dos semanas», explica Martínez, que además no obvia la actual situación de sequía. «Si no llueve ya, estamos en la antesala una de las sequías más grandes de los últimos 40 años, con lo cual, nos encontraríamos ante la imposibilidad de poder utilizar los 'pajaritos' por falta de agua», lamentó Martínez ayer.
Con este panorama, y pese a los esfuerzos realizados, el sector puede verse, también este año, empujado a proceder nuevamente a la quema de pacas de paja. «Sabemos de las molestias que causa a la población y, de hecho, los agricultores están acudiendo a otros métodos, pero hay que reconocer que la reconversión no es cuestión de un año, precisa de más tiempo», asegura Martínez.
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